lunes, 7 de diciembre de 2009

Metodología Reflexivo - Dialógica


Una de estas metodologías es el diseño curricular problematizador, que retoma el planteamiento de dilemas iniciado por Kohlberg para desarrollar el juicio moral. Sin embargo, esta propuesta no se queda en el desarrollo de habilidades del pensamiento sino que va más allá; busca la reflexión-acción como una manera de lograr la inserción de las personas en la búsqueda de posibles soluciones a los problemas o conflictos valorales que se presentan en la vida cotidiana.

En este sentido, lo importante es dar elementos a las personas para analizar las contradicciones valóricas y los intereses que se presentan en una misma situación, y buscar alternativas de solución.

Al diseñar experiencias con este enfoque es necesario identificar las contradicciones valóricas que se presentan en situaciones cotidianas, éstas pueden ser cuando:

- Alguien no respeta un derecho (o un valor).
- Entran en conflicto dos o más derechos humanos (o valores).
- Entran en conflicto un derecho humano (o valor) y una norma o una ley.
- Entran en conflicto los derechos humanos (la realidad) con el discurso.

Para seleccionar una situación dilemática deben tenerse en cuenta los siguientes criterios de selección y priorización:

- La edad de las personas participantes.
- El nivel de su desarrollo cognoscitivo y moral.
- El contexto en el que viven y las necesidades personales, de sus familias y de su comunidad.

DIAGNÓSTICO

Para identificar la situación dilemática, se puede recurrir a tres fuentes principales:
- La vida cotidiana: familiar, comunitaria, social en general, internacional.
- El currículo abierto: los temas de los programas y sus propósitos.
- La cultura escolar: la organización, el ejercicio de la autoridad, las normas.

ELABORACIÓN

En este momento la persona educadora procede a:
- Delimitar el problema, es decir, identificar el núcleo del problema, encontrar dónde está la contradicción y señalar los derechos o valores que están presentes en ésta.
- Fijar las condiciones o situaciones de aprendizaje para involucrar a las personas participantes.
Lo importante es que quienes participan puedan identificar claramente el conflicto, y que esto les conduzca para hacer un análisis, que puede ser orientado mediante algunas preguntas formuladas por la persona facilitadora y, de la misma manera, puede procederse para la búsqueda de soluciones.

Es importante señalar que desde el momento de diseñar la experiencia, quien facilita el proceso de enseñanza-aprendizaje formule posibles alternativas para resolver las contradicciones implícitas en el problema. De esa manera podrá orientar mejor a las personas participantes en la búsqueda de soluciones e intervenir si lo amerita la ocasión; sin embargo, el valor sustancial de este enfoque, radica en promover la creatividad e iniciativa de quienes participan, por lo que se recomienda que sean ellos y ellas quienes construyan sus propias alternativas de solución y que la persona educadora o facilitadora sólo oriente al grupo para evaluar dichas alternativas y para elegir una de ellas.

ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN

Se distinguen tres tipos de soluciones que pueden generarse al momento de plantear un problema o conflicto de valores:

- Soluciones discursivas o cognoscitivas son las que surgen de un análisis y discusión entre las personas participantes para profundizar en el significado de las contradicciones y plantear alternativas de solución en el plano cognitivo, cuando el plano de la acción escapa a las posibilidades de la escuela o del grupo de estudiantes.
- Soluciones actitudinales son las que parten del conocimiento de un derecho humano y de la toma de conciencia acerca de éste para lograr sensibilizarse y disponerse a actuar de manera solidaria.
- Soluciones en la acción son las que conducen a que alumnas y alumnos intervengan directa y activamente sobre el problema contribuyendo con soluciones concretas.

Desarrollo del Juicio Moral

Lawrence Kohlberg propone una teoría cognitiva-evolutiva sobre el desarrollo de la moralidad o concretamente del juicio moral, en la que afirma que la moralidad tiene un proceso evolutivo sustentado en el desarrollo cognoscitivo como condición estructural pero no suficiente.

El desarrollo de la moralidad es un proceso de toma de decisiones, que se da a través de estadios secuenciales de razonamiento moral que va de la heteronomía a la autonomía.

Bajo este enfoque la moralidad se desarrolla en etapas determinadas por niveles y estadios, los primeros definen los enfoques que la persona da a los problemas morales y los segundos, determinan los criterios por los que las personas ejercitan su juicio moral.

A continuación se enuncian los estadios y niveles que conforman esta teoría y la perspectiva social que corresponde a cada estadio y lo define:

Nivel I: preconvencional o premoral

Estadio 1: La orientación del castigo y la obediencia (heteronomía)
“Punto de vista egocéntrico. No considera los intereses de otros o reconoce que son distintos a los de él; no relaciona dos puntos de vista. Confusión de la perspectiva de la autoridad con la propia.”

Estadio 2: La relación instrumental-relativista (individualismo)
“Perspectiva concreta individualista. Consciente de que todos tienen intereses que perseguir y que pueden entrar en conflicto; el bien es relativo”.
Nivel II: convencional

Estadio 3: La orientación de la de la concordia interpersonal (expectativas interpersonales mutuas)
“Perspectiva del individuo en relación a otros individuos. Conciencia de sentimientos compartidos, acuerdos, y expectativas que toman primacía sobre los intereses individuales. Uso de la regla de oro”.

Estadio 4: La orientación de "Ley y orden" (sistema social y conciencia)
“Diferencia del punto de vista de la sociedad de acuerdos o motivos interpersonales. Toma el punto de vista del sistema que define roles y reglas”.

Nivel III: postconvencional o moralidad de principios

Estadio 5: La orientación del contrato social o utilidad de derechos individuales.
“Perspectiva anterior a la sociedad. El individuo racional consciente de los valores y derechos antes de acuerdos sociales y contratos.
Integra las perspectivas por mecanismos formales de acuerdo, contrato, imparcialidad objetiva y proceso debido. Considera puntos de vista legales y morales; reconoce que a veces están en conflicto y encuentra difícil integrarlos”.

Estadio 6: La orientación de principios éticos universales.
“Perspectiva de un punto de vista moral del que parten los acuerdos sociales. La perspectiva es la de un individuo racional que reconoce la naturaleza de la moralidad o el hecho de que las personas son fines en sí mismas y como tales se las debe tratar”.

Bajo este enfoque, los derechos humanos como principios pertenecen a la moral postconvencional, como expresión de la libre elección de valores superiores como fundamento de los juicios morales o juicios de justicia.
Para que exista la posibilidad de que en procesos de formación y capacitación se realicen juicios, elecciones y jerarquizaciones de valores, se debe crear en el espacio educativo un ambiente de libertad y respeto en el que las personas participantes puedan ejercitar habilidades de pensamiento crítico.

Concretamente se propone el análisis de dilemas hipotéticos y reales en los que estén de por medio algunos valores, que permitan el ejercicio del juicio moral, “proceso cognitivo que nos permite reflexionar sobre nuestros valores y ordenarlos en una jerarquía lógica”.

Desarrollo del Juicio Moral desde una perspectiva femenina.

A diferencia de Kohlberg, quien realiza los estudios sobre el desarrollo del juicio moral con sujetos varones y establece normas o patrones de la conducta humana, su discípula Carol Gilligan, interesada en superar esta deficiencia, estudia el desarrollo del juicio moral característico de las mujeres y afirma que “los contrastes entre las voces masculinas y femeninas se presentan para poner de relieve una distinción entre dos modos de pensamiento y para enfocar un problema de interpretación (...) Es claro que estas diferencias surgen en un marco social donde ciertos factores de posición social y de poder se combinan con la biología reproductiva para moldear la experiencia de varones y de mujeres y las relaciones entre los sexos” (Gilligan, 1985:14).

Carol Gilligan manifiesta que existe una diferencia entre los sexos cuando se abordan y resuelven conflictos morales y cuando se responde a dilemas morales hipotéticos; las mujeres, señala, no sólo se definen a sí mismas en un marco de relación humana, sino que también se juzgan en función de su capacidad de atender a otros. Sin embargo, resulta paradójico que, precisamente por estas características –atención y sensibilidad a las necesidades de otros- las mujeres resulten evaluadas como deficientes en su desarrollo del juicio moral, ya que el imperativo moral para la mujer, de carácter más emotivo que racional, es “un mandamiento de atención y cuidado, una responsabilidad de discernir y aliviar las dificultades auténticas y reconocibles de este mundo”. Por otro lado, el imperativo moral para los hombres es “un mandamiento de respetar los derechos de los demás y, así, de proteger de toda intrusión los derechos a la vida y a la autorrealización” tal como se los demanda la razón (Gilligan, 1985:166).

El problema moral central para las mujeres, desde la mirada de Gilligan, está en el conflicto entre el Yo y los Otros. Resulta difícil de resolver dado que se encuentran ante el dilema de responder a los deseos de otras personas y no asumir su responsabilidad de cuidado (lo que aparecería como “buena mujer”) o renunciar a los compromisos que la clasifican en el autoengaño y traición (lo que aparecería como “mala mujer”). Es precisamente este dilema –el conflicto entre compasión y autonomía, entre sumisión y poder- el que se trata de resolver.
El equilibrio de poderes entre lo masculino y lo femenino queda como un reto para la educación y para quienes educan, ya que apoderar tanto a hombres como a mujeres, implica un equilibrio entre lo racional y lo emocional, entre la autorrealización y el cuidado de otros y otras.